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SamCorco

Land Lord

Land Lord

08/02/03

Apenas leía un par de frases sueltas, al azar y no conseguía entender nada de lo que acababa de leer. Tenía ese libro, o todos los libros ese influjo de parecer espeso, de parecer un todo eterno que se parecía a lo que una vez me definieron como el infinito.

"Todo lo grande se parece más que lo nuevo". Lo viejo es parecido a lo que aún no ha llegado. Tenía esa sensación de cansancio. De estar enlazando teorías que no venían a cuenta, de dolerme las manos de escribir cosas sin sentido.

Y el infinito no estaba tan lejos. Era una porción de la nada muy ampliada.

Esa nada se esconde en el vacío del infinito, ese parecer inmenso, ese viejo de 80 años. Y yo soy tan diferente de un niño de 8 años. Esa porción del espacio es la que carece de sentido.

La relatividad del tiempo. El espacio infinito se acerca a la nada cuando se incrementa la distanci a lo lejano. 20 años no son nada en el infinito y ahora me hacen desaparecer del pensamiento de mi niño de 8 años. 20 años de diferencias que acaban con la vida de todo lo que leo en ese libro que da ideas sueltas.

Al abrir el libro, leer un par de frases sueltas me dio cuenta de que ya es demasiado tarde para acercarme a nada importante.

Tengo la espalda desierta y las manos cortadas. El frío me espera fuera. Aquí la vida sigue pareciéndose demasiado a ese par de frases inconexas que poco a poco se acercan al infinito.

Un edificio en mi cerebro

Un edificio en mi cerebro

07/02/03

Necesito llevar una hoja doblada en el bolsillo. Con cuidado de que no se arrugue; cuatro esquinas, la punta justo a la otra punta. Bien doblada y en el bolsillo. No es necesario que sea totalmente blanca, y aunque no soy demasiado partidario del reciclaje de papel, estoy a favor del resto de las cosas.

Me inspiro pocas veces, mientras me ducho, cuando como con alguien y me sigue hablando, mientras hago el amor con cualquier mujer. Paseando al perro es otro de esos momentos de inspiración que siempre acaban con la hoja llena de rallas ilegibles.

Intentan poner la idea mientras tu perro te estira hacia otro lado es de las cosas más difíciles que se pueden hacer a la vez. Como estornudar y no cerrar los ojos. Es imposible separar ambos conceptos.

Mientras pienso no soy capaz de escribir, y lo peor es que cuando escribo dejo de pensar esa idea que ha saltado del cerebro.

El cerebro. Que gran enigma. Me lo imagino como un edificio con muchos pisos. En el ático esta la imaginación: cara e inaccesible. Abajo de todo, en el sótano las pasiones sexuales; sobre todo en los hombres. En el primer piso entran cosas que se olvidan enseguida. Lo que retengo vive en el segundo. Desde el ático al tercero hay muchos pisos vacíos. Un día alquilaré gente que me lea al oído y llene esos huecos.

Cuando estén llenos empezaré a escribir de verdad.

La exposición de la Nada

La exposición de la Nada

06/02/03

El mundo carece de exposiciones de la realidad. El arte esta moribundo de ideas, o quizá, todas las ideas se han agotado en la historia del arte. Una última exposición sería guardar tesoros no encontrados, una enorme sala vacía con todas los restos no encontrados de los tesoros más importantes.

"Monedas de la era del titanio". Marcaría la estantería vacía de una sala devastada. Fotografías de los periodos, recortes de prensa en donde se vean personas que visiten la muestra. Que miren aturdidas la nada. Allí estaría el fotógrafo para plasmar la necesidad del invento.

Millones de personas vendrían a exposiciones sin contenido. Vacía, sin envoltorios siquiera. No serviría hacer esta exposición en el Gughenheim, muestra contemporánea del vacío estético o del envoltorio mágico.

Nada. Se haría una exposición en los bordes periféricos y pobres de la ciudad más pobre. Todo el mundo viajaría hasta allí, financiado por sus gobiernos, para ver la nada. Al sostén del espacio cerrado, los niños muertos de hambre les pedirían una limosna. Caridad, comida, infraestructuras para vivir mejor. Para vivir al fin y al cabo. La exposición de la Nada se habría convertido en la solidaridad más grande de la historia.

Este tiempo

Este tiempo

05/02/03

Escribir hoy no solo me sirve para perder el tiempo, con hacer esto, escribir, pierdo el tiempo y entusiamo.

El tiempo carece de sustancia, es eterno y momentaneo. Es un suspiro que no vuelve. Poético.

El tiempo se mira y no se entiende. Se oye cuando no se quiere saber y se pierde cuando tenemos prisa. Tanto tiempo como me queda por perder y ahora estoy generando el escrito del día. No gano nada material, gano mi autoestima, mi propia serenidad. Saber que puedo seguir contando cosas absurdas que no sirven para nada. Que solo me llenan unos segundos de este día.

¿Cuantos? 80, 100 segundos, 5 minutos. Dos horas. Tres números de vacaciones, un mes de ayuno o seis años encerrados.

Tengo tanto tiempo que ultimamente no suelo llevar reloj. Al levantarme, el despertador del móvil me avisa de que ya es hora de salir de la cama. Mientras paseo, la radio me acompaña. Las 6:45 y la segunda parada musical. Después del periódico, la llegada de El País. Las 7:15, como mucho. Todo esta en el reloj del coche.

Al llegar al trabajo los ordenadores van marcando las horas. Las 8:00, las 10:00 para desayunar; las 14:30 y casi me voy.

Todo esta marcado por este tiempo que no vuelve. Que se pierde o se gana. Pero que ya no esta.

El Movimiento

El Movimiento

04/02/03

Todo se esta moviendo de sitio a mi alrededor.

Esta mañana, como cada día, lo único que veía eran los restos de ropa esparcidos por el suelo, me dirigí hacia la taza del váter e intenté sentarme; como siempre. Pero hoy no estaba en su sitio.

Se había cambiado con la máquina de coser. Miré la hora, con los ojos cerrados, y en el pequeño hilillo de luz que alcanzaba mi vista vi que eran las 6:00. Era un poco antes de lo que acostumbro a levantarme, pero no creía que los utensilios de casa se cambiaban de sitio y no volvían a su lugar original antes de que me levantase.

Cuando lo pensé fríamente, llegué a la conclusión de que aún era demasiado temprano para todos. Yo aún podía estar diez minutos más en la cama, y en ese intervalo de tiempo, los utensilios y aparatos de casa volverían de nuevo a la normalidad. Ni siquiera me asusté. Tampoco pensé si estaba soñando o estaba viviendo una realidad paralela. Me acosté sin más y esperé que tocase el despertados su maldita canción de bienvenida.

Las 6:10. Me volví a levantar y todo seguía como a las 6:00.

Todo cambiado de sitio. Me empecé a inquietar, y estuve a punto de despertar a todo el vecindario pero  no lo creí oportuno. Me fui vistiendo poco a poo y noté que la casa no era la misma. Fui a la cocina y estaba llena de mujeres gordas que comían galletas de chocolate, hablaban demasiado fuerte un idioma que no llegaba a asociar con ninguno cercano.

Me acabé de vestir y me largué de casa. Me llamó por teléfono un hombre que tenía mi misma voz y noté que esta vida no sería la misma de este día.

La levedad de las letras

La levedad de las letras

03/02/03

Leyendo tanto se consigue llegar a un estado de ligereza en donde lo único que pesa son las ideas. Ahora estoy flotando, leyendo en las nubes y viendo el mundo desde lo más alto. Desde aquí todo se ve en formas raras. Ojos que no ven, relojes que no marcan las horas.

Deficiencias materiales que se solucionan con un poco de imaginación. Pero tanta levedad me molesta. Sigo leyendo porque esta semana acaba mi hora: llegan los exámenes. Llegan con avisos, pero sin saber porqué comienzo a temerme lo peor. Escribir con el ordenador, hacer resúmenes, resumir lo resumido, que ocupa más que el propio libro de texto; todo esto no es lo mismo que escribir con sentido en un examen.

Hasta ahora mi paso por la universidad había alcanzado poca relevancia social. Casi ninguna palabra más de la cuenta. Todo eran números y examenes tipo test. Ahora, con la filosofía, todo es diferente. Hay que escribir demasiado, con buena letra y de manera ordenada e inteligente. Vamos que se entienda lo que digo y con sentido. Con mi imaginación y con memoria.

En una semana estaré leyendo teorías, historias y sociedades que he leido en una nube lejana. La levedad siempre pesa demasiado. Eso me temo.

Todo un coleccionista

Todo un coleccionista

02/02/03

Toda mi vida he sido un coleccionista de cosas inútiles. De partidos de fútbol sin balón, de juegos solitarios, de complejos incurables, de granos sin señales en la madurez, de miradas con trampa, de sonrisas equivocadas, de amores de tres años, de juegos sin palabras, de duchas calientes y camas frías, de pelos largos, de tijeras que no cortan, de bolígrafos que ensucian, de amigos que no hablan, de libros sin palabras, de letras que no entiendo, de monedas pasadas, de sellos sin valor, de gomas que se rompen, de canciones enlatadas, de latas de goma, de paseos solitarios, de soledad acompañada; de novias que me invento, de miradas de perro, de relojes que no dan la hora, de teléfonos sin prefijo, de sirenas que no suenan, de barcos que se hunden (sin papel), de historias inacabadas, de imaginación seca, de vergüenzas que se tapan, de calzoncillos que no aprientan, de zapatos que patinan, de odios que no entiendo, de miedos que me aterran, de recortes de prensa que no leo, de calendarios sin días rojos, de números pares y estaciones sin primavera; de aprender a escribir sin empezar a saber de qué escribir, de abundancia que me sobra, de sillones que duermen y de sillas que estiran, de todo lo que nunca haría colecciones y algún día dejaré de pensar. Todo lo que colecciono no esta aquí escrito. Lo que tengo no se lo debo a nadie. Ni siquiera a mi.

Me odio

Me odio

01/02/03

Cada vez más odio. No consigo entender una parte de mi que aún sigue dormida. La intento acariciar, se deja, sutilmente, entre ladridos perdidos y esquinas orinadas de suciedad. La intento poseer pero no consigo entenderla.

Cada vez más odio. Más ruido inexacto, más de todo y menos de lo que deseo. Me duele tanto la mano de escribir siempre lo mismo. La vista se esta llenando de niebla fría. Hace demasiado frío para entender lo que pienso.

Ya no sé si este odio es hacia mi o hacia lo que se esconde dentro de mi. Esa parte que conozco, que se que existe pero no se atreve a salir. Duermo entre libros, me levanto pensando frases, casi partiendo las historias del pasado con otras caras, con otra voz. Son las mías, las que me sucedieron siendo indiferente.

Si, antes era indiferente. Esa es la expresión que necesitaba. La nada y la indiferencia.

Un día conseguiré que este sueño se despierte. Quemaré las miles de hojas ilegibles que he escrito y me convertiré en ese sueño que duerme a mi lado. El escritor saldrá y el mundo seguirá pareciéndome extraño.

Demasiado viejo

Demasiado viejo

31/01/03

Un premio sirve para despertarte de esta vida. "Noctambulos" de la noche y con rigos de cientos heladas. Hoy hace tanto frío que sería incapaz de encerrarme en casa. Tengo la necesidad de sentirme vivo. De notar el hielo en mi cara. Parece mentira que los sueños nos arrastren tanto durante el resto del día. Hoy mismo sigo masticando lo que soñé ayer.

Anoché soñé contigo. Parece el título de un bolero descarnado, pero resulta que tu ya eres quien habita en mi noche. Contigo es falso. Sería mejor decir con ella.

Volviendo a los premios. De aquí a dos meses ya no seré joven promesa. Mi tiempo se habrá acabado como autor joven, ni siquiera la colera visita del primer libro de autor será suficiente para enternecer mi ego.

Madrid convoca unos premios para jóvenes con límite en el año 1973.  Yo ya soy de 1974 y tengo la impresión que mi aspecto no confunde ya a nadie.

Una licenciada en sociología por la UNED, gana un premio  literario (Cristina Cerrada, 1970), cuatro años más que yo. Quizás áún tengo tiempo.

Ataque de nostalgia

Ataque de nostalgia

30/01/03

Cuando me ataca la nostalgia no puedo evitar pensar en el pasado. Es también la mejor solución; quizá la única. Apostar mi pensamiento con lo que venga. Amores pasados, recuerdos de fiestas, amigos que desaparecen de tu lado y no vuelven a saber nada de tí. Recuerdos imborrables que desaparecen mientras los pienso. Esta es la magia de la nostalgia. Me duele cuando la veo, pero me relaja mientras la pienso. Todo tiene su pequeña explicación. Sería iluso si recordase ahora lo que pienso. Merece un recuerdo algo tan inhospito como un papel es como ecerrar un pájaro en una jaula de oro. Sería mantener escondida la memoria, y eso es necesario para tenerla apagada. Al menos de vez en cuando.

¡Ya ataca con demasiada fuerza cuando menos lo esperas!

La nostalgia desaparece ahora de mi lado, la concentración se equivoca de vía de acceso a mi piel. Todo lo que ahora cuento carecerá mañana del más mínimo sentido.

El otro yo

El otro yo

29/01/03

Y aún sigo pensando qué sería de alguien como yo si en otra parte del mundo estuviese haciendo lo mismo que hago ahora: recortar noticias que le sorprendan como a mi en periódicos de otras lenguas y escribir un libro que nunca verá la luz.

Esa desmayada sociedad que le envuelve es la misma que a mi me aprisiona. Resulta que mi otro yo, la otra persona, el recortador de noticias absurdas, estará pensando ahora mismo en mi. Tendré los dedos cansados de tanta palabra inútil. De leer los ojos rojos y de escuchar las orejas sucias. no es tan limpio como yo, porque mi vida ha sido casi transparente. Este impulso, esa imaginación de lo que carezco me invade ahora. Me despierto, es tan recurrida esa imagen, y me veo solo en el mundo. Con mi otro yo buscándome. "En el fondo solo me tengo a mi", piensa él. Y yo le sigo al fin del mundo,

Mañana recrotaré otras cosas. Pensaré en pasado y tendré que llorar. Él tampoco sabe qué tiene que escribir.

Pildoras de salud

Pildoras de salud

28/01/03

Hoy es el día de la salud en mi pensamiento: descubrimientos, experimentos, pinchazos... Todo lo que tenga olor a hospital, laboratorio o médico estará bienvenido.

"El trasplante de médula ósea puede generar neuronas en el cerebro". Primera parte increible.

Otra píldora.

"Un paciente italiano sobrevive tras reimplantarse su higado, extraído para someterlo a radioterapia intensa. Un año después de la explantación, el escáner del paciente mostró un hígado sano".

"La obesidad en adolescentes es más creciente en niños que tuvieron una lactancia con biberón".

"La toxina butolínica puede ser útil contra el olor corporal".

"La amenaza de las partículas persistentes: la primera evaluación de los residuos tóxicos en el área del meditarráneo revela que hay una ingestión continua de pequeñas dosis contaminantes".

Toda la salud es poca cuando se está vivo. Muertos no nos sirve de nada, ni siquiera ver el telediario. Aquella noche entendí qué significaba la muerte. Desde entonces esa tortilla que estaba comiendo no tiene el mismo sabor.

La gente mediocre

La gente mediocre

27/01/03

La gente mediocre tiende a fijarse más en los fallos de los demás. Y hablan de lo que no saben y critican lo que desconocen. Esta no sería tan claro si yo mismo no fuese una de esa gente mediocre. Que critica los ruidos de las calles por el asfalto mal puesto, y sería incapaz de saber de qué esta hecho el material que sirve para que los coches contaminen menos la capa de ozono.

Una historia más antigua se parece a lo que produjo el sabio. Aquella tarde de calor encendida se iba apagando todo su cuerpo. La mirada estraviada, el pelo al cero, los ojos cansados. Ese olor a hierba del bosque, cuando llueve, cuando las gotas se han pegado a la suela del zapato y acompaña todo el camino. Esa gente mediocre que me sigue sin saber que soy de ellas. Que estoy hecho de su misma pasta. La que no crece; la que se pega a mi mirada levantada del sofá.

A  menudo describo tantas necedades que siento no poder escribir sin rumbo. No tengo otra memoria que la que me falla, ni más imaginación que la que no tengo. De todo se aprende, pero de la gente que se fija en los demás porque no puede verse todos los fallos en una misma (son demasiados), de esa gente no me fijaré nunca más. Aunque tenga que dejarme de mirar en el espejo de casa más sucio.

 

El primer libro

El primer libro

26/01/03

El primer libro que leía era el último que ahora tenía entre mis manos. Lo leí siendo niño, con siete u ocho años, cuando acababa de empezar a saber leer. Tuve la oportunidad de leer centenares de millones de libros. Miles de cuentos para niños, pero no. Tuve que leer ese libro que me confundió, pero que decididamente, en mi interior, sabía que cambiaría el modo de ver la vida.

Hasta entonces todo lo que había hecho carecía de valor. Había nacido, crecido, cumplía años cada mismo día. "Naciste a las 21:15, era viernes... Como era mi niño pequeño".

Mi madre decía lo mismo cada día, y cada año era la primera en felicitarme. Me levantaba más temprano que los demás días y me apretaba los carrillos con un apretón de dedos que querían o pretendían ser cariñosos. Ese día, el que cumplí siete u ocho años, me regalaron este libro que ahora he vuelto a tener entre mis manos.

Fue un regalo de mi abuelo. Ciego de un ojo y borracho en exclusiva. Me lo trajo de un quiosco al que iba antes de meterse en el bar. Se pasaba el resto del día metido en ese bar, pero antes, con el ojo vivo que le quedaba, leía la prensay ojeaba las revistas de su amigo kiosquero.

"Le llevaré este libro a mi nieto". Hoy hace tanto tiempo que no estoy seguro de que fuese esa la frase que le dijera mi abuelo a su amigo. Además, ni siquiera estaba allí para comprobarlo. Hoy, lo vuelvo a leer. Mi abuelo ha muerto, y este primer libro huele al añejo sabor de ron de cubata que emanaba su piel.

No hay fuego

No hay fuego

25/01/03

La escritura debe ser fuego. Fogonazos de inspiración. Eso ya lo pensé anoche, y antes de ayer y mañana será lo único que piense.

La escritura no debe matar. Tiene que hacerte deleitar, disfrutar con el ensamblaje perfecto: Artículo-nombre-adjetivo-verbo-complemento. Todo debe estar bien montado. Nadie lo entiende, pero a medida que pasan los minutos, más creo en la falta de inspiración y menos me encomiendo a los dioses, a esos que no existen. Que cuando más los necesito están ayudando a otro futuro escritor enfrente de su primera novela.

El mundo tendría que ser un continuo deseo de escritura. Desear que todos sufriesemos de todo. No hacer faltar a los libros, ni a la música, ni al arte en general. Todos seríamos Da Vinci, Einstein, Dalí, Kundera... Todos saldríamos por la televisión. Imagínate que tu mismo serás el que nunca leas esto. Pero que solo por eso tendrás la sensación de querer olvidarte de mi. De todo lo que te rodea. De la vida sin suicidios, en el invierno sin nieve. Como las canciones que te hacen dormir. Como esos ojos que se cierran y tardan en encontrar el cielo. El día se acaba y jamás tengo una idea brillante. Mañana es ya hoy. Sábado en la lista de esta hoja y media. Tendré que echar de mano la imaginación a la vista de esos golpes.

El último libro

El último libro

24/01/03

El libro, al final, solo sirve para contar lo que uno quiere, imaginándose una historia ajena.

La imaginación es el arte de los tiempos. El nivel de las historias acaba siendo el último por colgar. Fusilamiento, retazos de colgar el filtro. Arbitrario.

Escucho lo que hablan los de la radio y no aguanto a quien se levanta con primavera tras no dormir sin ánimos que acostarse. Voces.

"¿Y qué te da ella que no consigas conmigo?"

"Ella aún esta viva, y tus ideas quieren servirse de un enamoramiento que no va conmigo".

Acabé diciendo que mi esposa no me entendía, y comprendí que lo único que decía era que no sabía nada.

Ese libro que aún no se ha inventado esta fuera de mi mente. Cuando llegué a casa no entendí nada. Me dejó veinte mensajes sin sentido en el contestador y seguía sin entender el libro que no estaba escrito.

"Han probado ustedes el tiramisú del Mercadona". Una cena ligera y con las piernas cruzadas, de pie y con dolor en la espalda. Parece mentira, pero escuchar otras historias me enternece tanto que desaparece en el mismo instante en que me surge la idea. El último libro lo escribí antes de acabar esa risa.

No era yo

No era yo

23/01/03

No es sencillo encontrarse con una crisis de inspiración justo antes de iniciar tu primera novela. Lo complicado es saber qué hacer con lo siguiente. Soy neófito en tantos aspectos de la vida que nunca sabré lo suficiente para entenderme a mi mismo.

Un día, me inquieté al ver los cuerpos desnudos de unos hombres a mi alrededor. Eran vigorosos, fuertes, maleables diría yo. Todos me miraban y no sospeche en donde me encontraba hasta que oí hablar a uno de ellos.

"Me gusta tanto mirar a ese chico...". Me miraba con descaro, sin disimular mi infancia. Ese descaro me dolió porque era demasiado niño para entender qué querían de mi.

Me intenté alejar, pero su deseo era más grande que mi velocidad. Me cogieron, me arrastraron hasta donde nadie podría escucharme. Mis gritos son el siloencia de sus risas. Entre tocarme y manos, sentía todo lo que un hombre dcecente no hubiese querido recordar el resto de su vida. Noté el sabor de sus besos y morí ese día estirado en el suelo de algún oscuro lugar.

Lo no visto

Lo no visto

22/01/03

Todo lo que no ves, no existe. Carece de importancia, se te desvela como irreal porque no ha pasado por tus sentidos. La historia pasada es un invento de los historiadores, que deben justificar su parcela en el mundo. Sus sueldos y su trabajo. "No he visto la revolución industrial, pero la estoy sufriendo en este agujero. Por dos horas de trabajan ganan otros más que yo en toda una vida".

Lo que no se ve y además se escucha tiene esa justificación de suceder en la imaginación. Sentir por boca de otro algo que ha pasado a magnificar siempre el suceso, la risa de un programa de televisión contado por un compañero de trabajo hace que te hierva la sangre de envidia, o de ira por lo no visto y deseado.

Ayer no vi la televisión, y en el programa de un gran humorista hicieron una parodia que me hubiese gustado ver. Seguro.

Ese deseo que te quema por lo no visto hace que todo lo demás se aparezca entre sueños. La imaginación, ya lo dijo alguien, debe estar reñida con la realidad.

Clase de ayer

Clase de ayer

21/01/03

Cuando parece que todo esta perdido, va y ese día la suerte te sonríe.

"Inmóvil, como cuando intentas abrazar a la mujer que amas. Desde entonces solo quiero casarme con ella". Aquí estaba la última lección de pasión de un olvido sin nombre. Me quedé inmóvil y le hablé en catalán. En clase siempre me preguntaba en castellano, como al resto de alumnos. Pero cuando el azar nos cruzaba por los pasillos de la universidad, siempre nos hablabamos en catalán".

La pena de su ineficacia es la terrible propensión que tiene a ponerse roja. Da igual de lo que hable. Siempre se sonroja. Y cuando lo hace si no me mira, me enfada. Dos veces más la vi en la biblioteca; charlamos de otras asignaturas, de lo que me gustaban las clases de N. o de lo bien que me parecían sus apuntes. Me digo que ya sabía que había estudiado antes allí. Que nunca me vió y que quizás el año que viene nos volveríamos a ver. Recé para que no se notase el deseo de repetir. De no saberme nunca la lección y volver a sus clases. Mientras, ordeno mis papeles y busca la originalidad en otro día como el de ayer.

Aliento delator

Aliento delator

20/01/03

La realidad está manchada de héroes inservibles. De payasos que abren la boca con tanto esfuerzo que apestan, con su aliento nauseabundo, todo lo que les rodea, apesta.

Un día, ero yo tan pequeño, aprendí a reconocer a los intransigentes que carecían de valor para llamarse seres humanos. Aprendí palabras nuevas y conocía sonidos que jamás había oído. Todo lo que de nuevo tenía para mí ese viaje a lo desconocido, lo cubría con ganas y esfuerzo en aprender cosas nuevas.

Ese día de mi infancia, conocí uno de esos héroes apestosos que llamaban a las cosas por sus nombres, que gritaba tan fuerte que escuchaba lo que pensaba. Metáforas asquerosas de una maloliente boca de héroe inservible. Lo escuché y le miré a los ojos.

"Te huele tanto el aliento que sé que todo lo que me dices es mentira. La relación de la verdad con el olor te delata. Estas cansado de mandar a los mismos ineptos. Y yo..., yo soy así".

Ni era pequeño, ni son héroes, ni la realidad esta manchada.